
Las ventanas están por todos lados, son fascinantes... nos seducen, nos invitan a asomarnos... a mirar.
Desde un punto de vista simbólico, la ventana implica una transición, una apertura hacia otro lado, hacia otra realidad, hacia un afuera, pero no una transición física como nos propone la puerta, que nos permite atravesar el espacio con el cuerpo, sino una transición a partir de la mirada, que se traduce en un viaje mental, emocional, interno; porque toda mirada hacia afuera es una mirada hacia adentro, donde el exterior no es más que una proyección del imaginario.
Entonces... ¿Dónde estamos cuando miramos por la ventana?
Desde un punto de vista simbólico, la ventana implica una transición, una apertura hacia otro lado, hacia otra realidad, hacia un afuera, pero no una transición física como nos propone la puerta, que nos permite atravesar el espacio con el cuerpo, sino una transición a partir de la mirada, que se traduce en un viaje mental, emocional, interno; porque toda mirada hacia afuera es una mirada hacia adentro, donde el exterior no es más que una proyección del imaginario.
Entonces... ¿Dónde estamos cuando miramos por la ventana?
En el acto de la contemplación, el interior y el exterior se funden, y el límite es una ilusión que se excusa en un marco, en un recorte, en un encuadre.
Pero la ventana no es solamente la abertura de una construcción edilicia, sino también la de un transporte, una obra pictórica, la pantalla donde se proyecta una película o el visor del fotógrafo, quien recorta la realidad desde un determinado punto de vista cuando algo de ese –afuera-adentro– detona en su inconsciente y lo impulsa a disparar, capturar, inmortalizar.
Pero la ventana no es solamente la abertura de una construcción edilicia, sino también la de un transporte, una obra pictórica, la pantalla donde se proyecta una película o el visor del fotógrafo, quien recorta la realidad desde un determinado punto de vista cuando algo de ese –afuera-adentro– detona en su inconsciente y lo impulsa a disparar, capturar, inmortalizar.
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«La ventana detrás de la ventana» (la fotografía del post) es un viaje en el tiempo. Siempre está quieta, pareciera que nada cambia, sólo muta su apariencia por la luz. La miro desde mi escritorio –mi punto de vista– al menos algunas veces al día y siempre está cerrada. No recuerdo haberla visto abierta alguna vez en varios años –a excepción de un sueño–. A veces pienso que hay alguien que mira detrás de las hendijas de las persianas, alguien que se oculta de la mirada de el otro, que no quiere ser visto, que se resguarda en ese espacio cerrado; otras, pienso que no hay nadie, que detrás de esas persianas no hay vida, no hay pulsión. Pero si hay algo de lo que estoy segura: esa ventana me mira.
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«El mundo es omnivoyeur, pero no es exhibicionista –no provoca nuestra mirada–.
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«El mundo es omnivoyeur, pero no es exhibicionista –no provoca nuestra mirada–.
Cuando empieza a provocarla, entonces empieza también la sensación de extrañeza.»
Jaques Lacan
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